marzo 25, 2008

Tiawanaku



Si de Amantaní me impresiono la sencillez de su grandiosidad, recuerdo de Tiwanaku o Tiahuanaco la nostálgica inmensidad de sus ruinas. El viaje no alcanza a durar una hora desde La Paz. A la misma altura que el Titicaca, los casi 4.000 mts. Seguían haciendo estragos en muchos turistas. Pero en mi no. Hice el viaje a Bolivia solo para conocer Tiawanaku y Santa Cruz de la sierra. A esta última los caminos cortados por el invierno boliviano no me dejaron entrar. Por mas quisiera la altura, mis deseos de conocer la ruinas y la ración extra de hojas y agua de coca, me permitieron conocer el lugar sin dificultades. No recuerdo cuando fue la primera vez que oí hablar de Tiawanaku, pero creo que fue como a los doce años, en un pasquín sobre OVNIs que afirmaba que la puerta del sol había sido construida por venusinos de cabezas triangulares hace miles de miles de miles de años. De mas esta decir que la ingenuidad de la pubertad me hizo creer que existían los venusinos (ni menos que tuviesen cabezas triangulares), pero si me impresionaron los detalles y la soberbia con que se erguía la puerta. A los 19 años me tope con un libro del Dr. Fernando Jiménez del Oso (maestro) que se llamaba “El Imperio del Sol”. En el analizaba con una minuciosidad científica y una prosa envolvente todos los misterios de las culturas andinas, desde las culturas Moche y Chimú en la costa a Tiwanaku. Ahí aprendí que las ruinas que hoy conocemos son solo los restos de un templo ceremonial piramidal y que el área de influencia de los Tiawanaku se extendía hasta el norte de Chile y sur de Perú. Mas allá del templo se desarrollaba un populoso centro urbano con cultivos en terrazas e ingeniosos sistemas de regadío para cultivos en altura. Se cree que se desarrollaron los primeros siglos de la era cristiana, aunque sus orígenes son misteriosos y mucho más antiguos. Aún existe discrepancia acerca del significado del nombre y de si la etimología de este es quechua o aymara. En este sentido, puede significar “siéntate guanaco” o “aquí las piedras paradas”.Así como los mayas, loa tiawanakus desaparecieron de la historia, alrededor del 900 d.C. sin más rastro que sus imponentes estatuas y templos, muchas de las cuales dejaron a medio construir. En menos de una generación abandonaran sus ciudades y se fueron. No sabemos como se llamaban ellos mismos ni como nombraban al lugar que nosotros denominamos Tiawanaku. Cuando los primeros españoles llegaron a estas ruinas, les preguntaron a los incas, habitantes de ese lugar quien construyo esas ciclópeas estructuras. Tampoco los lugareños lo sabían ya que desde antes que se levantara el incanato y sus afanes de conquistas, la ciudad de Tiwanaku había estado abandonada. No se tiene certeza además del lugar que ocupaba con exactitud la Puerta de Sol, ya que cuando se descubrió estaba caída y semienterrada.
Tallada en un solo bloque de piedra de 9 toneladas, con elegantes frisos y relieves que representan una figura central, el “dios llorón” siendo adorado por hombres con cabeza de cóndor y con cabezas humanas. Se le llamo “dios llorón” por las pequeñas depresiones con forma de lagrima en sus mejillas. Posteriormente se supo que habían sido producidas por los soportes que sostenían una mascara de oro. A pesar de esta evidencia, una vez parado allí frente a la Puerta y su dios, no pude reprimir el deseo de preguntarle si lloraba por su pueblo que desapareció hace siglos, dejándole abandonado allí en la inmensidad del altiplano ¿Por qué lloras dios llorón?