marzo 24, 2008

Amantaní


AMANTANÍ

Recuerdo que fue ese el día que comencé solo mi viaje. A orillas del Titicaca, a 3.800 mts de altura, en la ciudad peruana de Puno. Tome un tour de dos días por 3 de las 36 islas del Titicaca: Los Huros, Taquile y Amantaní. De las dos primeras quizás hable en otra oportunidad, de Amantaní es necesario hablar aquí. Durante el viaje de mas de tres horas en el lanchón que nos traslado de Los Huros a Amantaní me senté sobre la cubierta y me puse a leer “Viaje por Sudamerica” del Che Guevara. Me lo había comprado la tarde anterior en una librería de Puno. Será casualidad, serepindia o sincronicidad pero estaba recorriendo muchos de los lugares que el Che reflejo en sus escritos 50 años atrás. La sensación de leer los escritos del Che, de la década del 50 y contrastarlos con la realidad actual me producía esa tarde una sensación extraña, simbiosis profana entre nostalgia y reverencia. De pronto un chileno de pañoleta verde y cara quemada por el sol, me habló. Era Gabriel, amigo hasta el día de hoy y quien me hizo esta fotografía. Al llegar nos recibió una comitiva de lugareños, íbamos a dormir de a dos en casa de una familia de la isla. A mí y a Gabriel nos correspondió alojar en casa de la Sra. Epifanía. Recuerdo su nombre por lo católico que me sonó entonces. Tratamos de seguirle el paso a Epifanía por entre caminos casi borrados, entre cultivos de maíz y papas, siempre subiendo. La comida exquisita, toda vegetariana: sopa de quinoa, arroz con queso de cabra, tomates. A media tarde comenzamos la marcha hacia la cumbre de la isla, donde se ubica un santuario dedicado al sol, donde aun realizan rogativas el día del solsticio de invierno. Reconozco que no me costo mucho trabajo subir, pese a mi estado físico, las hojas de cocas hicieron un buen trabajo. Durante la caminata nos juntamos con un francés que subía el cerro fumando una “hierba exquisita” (según sus propias palabras…). Desde la cumbre la vista es espectacular, se ve una orilla del lago, la otra se pierde en el horizonte tachonado de mil colores y formas El ocaso fue glorioso, el mas espectacular que he presenciado en mi vida. Ver como el sol desaparece a través del umbral de la puerta de entrada al templo es realmente una experiencia única. Esa noche no hubo luna. El cielo nocturno de Amantaní es de una belleza indescriptible. De hecho en algún momento Gabriel dijo que parecíamos Gandalf y Pipín, de “El Señor de los Anillos”, en esa escena memorable de la película de Peter Jackson en la cual Mago y Hobbit vislumbran, desde una terraza de Minas Tirith, los destellos de la amenaza mordoriana. Así de estrellado se veía el cielo y así de imponente se veían el reflejo en el cielo de las luces de una ciudad en las riberas del lago.