marzo 28, 2010

De calcio y amoniaco

-¿Para que leer tanto?- preguntó la niña, sujeta firmemente a la mano del adulto.

Las personas sin rostro transcurrían insípidas, mirando las maniquíes cadavéricas de las vitrinas fluorescentes como si de un nuevo culto se tratase. Al adulto, los paseos dominicales por las galerías de los centros comerciales le parecían vetustas reminiscencias de lo peor de mundo olvidados.

Casi con asco, observaba como niñas púberes, aun con sus botones mamarias en imperfecta simetría, se agolpaban frente a las puertas de cristal de alguna tienda de nombre rimbombante, probándose mil veces prendas de vestir que poca diferencia tenían entre sí y que lo mas probable es que ni el 90% de sus conocidos notasen una vez que se la viesen puesta. La vendedora siempre con cara compungida, como s sufriera de cólicos crónicos, observa a cada niña y les recomienda tal o cual accesorio con la sapiencia de quien un doctorado en telas y colores. “Con suerte- pensó- el adulto, termino la secundaria y les recomienda a esas pobres mocosas aquellas prendas mas caras y que las hacen ver aún mas ridículas de lo que su edad ya de por sí les plantea”. Hay talvez en la vendedora algo de resentimiento social, de hacer creer a esas pobre mocosas que el color que escogieron combina con el de sus delicados ojos, sabiendo (la vendedora) que con el costo de esa prenda alimentaria a sus hijos por dos semanas, que sus hijos jamás vestirán ropa de ese tipo a menos que ella se robe una prenda en un descuido…

Catedrales del consumo. Las personas ya no creen en otro dios que no sea el dios de las vitrinas y los estantes. Muchas piensan que aquel poncho de lana que a la modelo de la televisión le queda divino, se adaptara casi geográficamente a sus cuerpos, alimentados por años con dietas ricas en grasas. No entienden, pensó otra vez el adulto, que la excepción es el esqueleto que luce el poncho, no el resto de las mujeres que por mas gimnasio, pastillas y dietas, jamás lucirán el poncho de esa manera. Es cosa de lógica, pensaba…si leyeran algo de filosofía en vez de mirar tanta televisión lo entenderían y su vida sea más fácil.

-Ya pues dime, ¿para que leer tanto?- repitió la niña apretando esta vez la mano del adulto con más fuerza.
-mmm....., haber como te lo explico-

Guió a la niña al borde de la baranda y le indico un punto específico del primer piso.

-¿Ves aquella mujer que devora el helado al pie de la escalara?-
-¿La de chaqueta roja?
-Si, ella- dime continuo el hombre - ¿de que color tiene el cabello?
-Rubio-
-Exacto, pero dime ¿alcanzas a ver de que color es su piel?
-Morena, creo, si es morena.
-En la naturaleza, esa combinación no existe. Piel morena y cabello rubio. Y si se llega a dar de forma natural es una mutación, algo que por un accidente genético ocurrió, pero que es inmediatamente eliminado, en sus genes, para que no se repita. ¿Crees que esa mujer es un mutante?

La niña solo rió. El hombre la miro incrédulo. Repitió la pregunta.

-No, no es mutante- fue la respuesta
-¿Por qué no? Pregunto inquisitivo el adulto
-mmm... no lo se- dijo esta vez la niña-
-Mira bien, otra vez, desde acá se puede apreciar mejor- Tomo a la niña en sus brazos- fíjate en su cabeza, en la línea media de su cráneo. ¿De que color es el cabello ahí?
-No es rubio, es negro- respondió la niña.
-¡Correcto!-ahora mira mi cabeza- El hombre se agacho y se puso a la altura de la niña - ¿de que color es mi cabello en el lugar donde nace?
-Castaño-
-¿Y de que color es mi cabello en las puntas?
-Castaño también-dijo la niña
-Entonces dime…¿Por qué esa diferencia entre la mujer del helado y yo?
-jajajaj- rió la niña- Porque tú no te tiñes el pelo, eso solo lo hacen las mujeres…
-sshtsss- dijo el adulto llevándose el dedo índice a los labios- mira a tu izquierda, aquellos dos jóvenes que miran la vitrina de la disquerías…

La niña no pudo contener una carcajada al comprobar que los dos susodichos llevaban el cabello negro mezclado con mechones rojos uno y blancos el otro.

-Entonces, si la mujer de abajo, se tiñe el pelo rubio, porque en realidad su cabello es negro, acorde al color de su piel, según dictan sus genes ¿es mutante?
-No. Respondió de inmediato la niña-No, pues no nació así.

Hubo un momento de silencio, durante el cual la mujer tomo por fin la escalera y se dirigió como hipnotizada al segundo piso. Paso junto a ellos y entro rauda en la farmacia. El adulto copio a la niña de la mano y se entretuvieron observando a la mujer mientras escogía un tubo de pinturas para el pelo. La niña volvió a reír cuando la mujer pidió la tintura “más económica” (un eufemismo usado por muchos chilenos para comprar lo más barato y no asumir .en público, que no tenemos dinero para comprar algo más caro. Finalmente dejaron la farmacia sin comprar nada.

-Pero dime- dijo la niña retomando la conversación- ¿Qué tiene que ver la pintura para el pelo con que en cada visita que hacemos al centro comercial me obligues a ir contigo a la librería y me hagas escoger un libro?
-También vamos a la juguetería y te hago escoger una muñeca. Nunca reclamas por eso…
-Con las muñecas juego y con los libros….
-¿Qué haces con los libros que te compro?-
-Los guardo en el estante-
-¿Qué haces con las muñecas que te compro?
-Juego-
-¿Todo el día?
.No, todo el día no…
-Cuando no juegas con las muñecas. ¿Dónde están?
-En el estante, junto con los libros…

Esta vez fue el adulto quien rió.

-¿Por qué crees que esa mujer decidió cambiar su color de cabello?-pregunto el adulto
-Porque quiso ser rubia y no nació rubia-
-Excelente respuesta- dijo el adulto- Solo por esa deducción este fin de semana serán dos muñecas y no una. ¿Por qué no nació rubia?- pregunto esta vez, frunciendo el ceño.
-Porque sus padres no eran rubios…-dijo la niña dudosa…pero eso es una suposición mía
-Haber- dijo el adulto- volvamos a las muñecas. Tus muñecas de cabellos oscuro ¿Qué nombres tienen? ¿De donde se supone que provienen?
-Hay una que es asiática, otra latina, otra africana-
-¿Y la rubias de donde son?-
-De Estados Unidos, de Europa, de Rusia-
-Bien… ¿pero siempre a sido así?
.Yo creo que no.
-No, no siempre ha sido así. Las poblaciones rubias vienen del norte de Europa. Antes eran llamados bárbaros, es decir todos aquellos que estaban fuera del imperio romano y eran considerados inferiores. En aquella época, ser rubio era causa de discriminación.
-Ósea que en ese tiempo- afirmo la niña- las mujeres se teñían el pelo oscuro-
-¡Exacto! Porque los amos del mundo no eran rubios, tenían el cabello oscuro. Ahora los amos del mundo tienen el cabello rubio y todo el resto quiere parecerse a ellos. Los romanos incluso usaban a sus esclavos rubios para secarse las manos en aquellas cabelleras claras después de comer.
-¿Pero que tienen que ver los rubios con los libros?- refuto la niña con fingida mirada iracunda.
-¿Tu crees que la falsa rubia del helado se habría teñido su cabello de ese color sabiendo que años atrás, los entonces amos del mundo (no muy distintos a los de ahora) la hubiesen considerado inferior y llenado se cabello de grasa solo por ser rubia? ¿Y como lo habría sabido? Leyendo cualquier librillo sobre las invasiones bárbaras y el fin del imperio romano.
-Jajaja – rió impetuosa la niña- pero no pretenderás que nos rijamos por cosas que pasaron hacen mil años.
-Tú, ¿te teñirás rubio tu hermoso cabello castaño después de saber esto, y pensar que cada vez que coma carne te llamare para secarme las manos en tu pelo teñido?
-Obviamente no te dejare hacer eso. Pero me gusta mi color de pelo. No lo cambiaria.
-Eso mismo pensaba aquella pobre mujer- rebatió el adulto- pero ¿que paso? De seguro una vecina o una amiga, cambio abruptamente su color de pelo. A pesar de las críticas le dijo que tenía que atreverse a ser distinta. Ahora yo me pregunto ¿Por qué rubio y no otro color? Porque eso significa que tienes dinero para comprar pintura. ¿Qué pasa cuando no tengas dinero? Se comenzaran a ver raíces negras o blancas, se comprara la pintura mas barata, será victima de encanecimiento y encalvecimiento prematuro y su cabello jamás volverá a tener la belleza que de seguro tenía con su color natural. No gozara nunca de aquellas divinas canas de la madures que le darán aspecto de mujer sabia. Al contrario su cabello siempre se vera reseco y pajoso. Le quitaran respeto a su imagen y los niños se reirán del nido que lleva por peinado. Todo por no leer y convencerse que su cabello era hermoso aun sin pintárselo de otro color.
-¡Que tétrico como lo planteas!- es como si fuera el fin de su vida.
-Antes que su pelo se vuelva gris, preferirá mantener el color artificial. Cuando tenga poco dinero, deberá escoger entre comprar pintura o comprar leche. ¿Qué crees que escogerá?
-La pintura -dijo la niña sin vacilar- Podrá salir a la calle con la cabeza teñida y nadie sabrá que no toma leche.
-Si hubiese leído cualquier libro sobre salud de la mujer- continúo el hombre- sabría que su cuerpo solo acumula calcio hasta cierta edad. Mientras ella llena hasta niveles tóxicos de amoniaco su organismo, a través de la tintura “mas económica” sus huesos pierden calcio, el cual no es restituido porque no toma leche, acusando la barata excusa de “me hace mal la leche” que es lo mismo que decir “me hace mal el agua” pues la leche es el único alimento que produce el ser humano, específicamente la mujer.
-Cada vez más trágico-
-Después de la menopausia sufrirá problemas a los huesos. Se seguirá tiñendo el pelo y ya no le servirá tomar leche. Requerirá prótesis, cirugías, medicamentos caros y como usa de la tintura “más económica”, el Estado, deberá subvencionar todo eso (menos la tintura) gasto que podría haber sido ahorrado si la mujer cuando era una niña como tú hubiese leído dos libros: uno sobre las rubias y otro sobre los huesos. Esos recursos que el estado gastara en medicinas para muchas mujeres que prefirieron teñirse el pelo con amoniaco en vez de comer calcio, podría haber sido usado en hacer mas baratos los libros.
-Pero los libros son caros…-dijo la niña- lo veo todos los fines de semana.
-Pero hay bibliotecas. En vez de ver estereotipadas teleseries en las tardes podría ir a la biblioteca…pero en fin…-finalizo el adulto- no le pidamos peras al olmo.

Silencio otra vez. La niña observo callada por mucho rato cuantas mujeres falsamente rubias pasaban junto a ellos. De todas las edades, de todas las clases sociales. Pensó en cuanto dinero gastarían al mes, al año, en una vida en aparentar algo que no eran y en cuantas de ella dejarían de comprar leche u otras cosas para comprarse la pintura. ¿Cuántas de ellas leerían?
-Ahora-¿Dónde vamos? Dijo el adulto-
-Ya no quiero helado- Dijo la niña. Vamos por mis muñecas y después te acompaño a la librería.

La elección de las muñecas fue rápida. Solo le faltaban dos para la colección y se fue derecho a ellas. En la librería se demoro mucho más que el adulto en escoger. Finalmente opto por un tomo ilustrado de la “Historia de Roma, desde Rómulo a Rómulo Augusto”.Todo para comprobar la veracidad acerca de la discriminación de los rubios en aquel periodo. El adulto al ver el precio, casi se vio arrepentido por la perorata sobre los esclavos rubios. Finalmente el no llevo ningún libro, pero ella se fue feliz con dos muñecas y un tomo ilustrado.
El viaje de vuelta fue silencioso. Antes de salir del Centro Comercial, la niña contabilizo 51 mujeres falsamente rubias. En el viaje a casa se dedico a desenvolver las muñecas de sus paquetes y comenzar a peinarlas.
Una vez en casa, notaron algo raro. Había demasiado silencio.
-¿Mamá? –pregunto la niña
-Estoy acá arriba, bajo de inmediato-dijo una voz femenina desde el segundo piso.
El hombre se sentó en el sillón a leer el diario mientras la niña hojeaba el libro sobre Roma en busca de algún ilustraron sobre los esclavos rubios. Por fin se oyeron pasos en la escalera, pero nadie apareció en la sala.
-¿Mamá? Dijo otra vez la niña.
-Les tengo una sorpresa. Cierren los ojos- dijo la misma voz femenina familiar.
Ambos, hombre y niña, cerraron los ojos y al abrirlos el estupor de los dos fue mayúsculo. Pues allí en medio de la sala estaba una hermosa mujer. Una mujer que todos los días se tomaba sagradamente tres vasos de leche para prevenir la osteoporosis. Una mujer que hasta hace un par de horas lucía una reluciente cabellera oscura y ondulada, pero ahora, su figura completa semejaba a una de las absurdas gorgonas de la mitología griega.

-¿Les gusta?-preguntó la mujer al ver los rostros de estupor de hombre y niña- Vino Celina y me dijo que porque no cambiar así es que fui a la peluquería mientras ustedes estaban en el Centro Comercial…

La mujer no alcanzó a terminar la frase, pues el hombre se levantó violentamente del sofá, se dirigió a la biblioteca y con fuerte portazo dejo tras de si a la niña que, de espaldas en el suelo, reía casi al borde de una convulsión; y a la mujer que no alcanzaba a comprender la reacción de ambos frente a su nueva y frondosa cabellera rubia.